El valor de las palabras
Me desperté pensando en que momento fue que se empezó a desvalorizar tanto la palabra.
Palabra viene del latín parábola, que se refiere a las enseñanzas morales tomadas de alguna narración.
Me acordé de la tan simbólica parábola del sembrador: cuenta la historia que el sembrador, siembra en distintos tipos de terreno. La semilla que cae en tierra buena produce una cosecha abundante. Mientras que la semilla que cae en terreno malo, no cosecha nada.
No es casual que las religiones hayan adoptado la frases: “la palabra del señor”. Con tanta fuerza por generaciones y generaciones. La palabra siempre tuvo mucho peso y valor en la humanidad.
Antes la palabra era muy valorada. No existían contratos escritos, era todo verbal. Entonces solo se podía creer en el valor de la palabra para cerrar un trato o para cumplir una promesa. Te doy mi palabra, era sinónimo de firmar un documento o de cumplir una promesa. Era un sello de total confianza.
Recuerdo en la infancia era muy común decir te lo prometo, lo juro, para enfatizar con veracidad algo y darle mas credibilidad cruzábamos los dedos como señal de refuerzo, o nos besamos el dedo índice haciendo una señal de una cruz.
El valor de la palabra es sinónimo de decir siempre la verdad.
¿Alguna vez te pasó, que confiaste en las palabras de alguien y luego resulta que mintió? Los estafadores de la palabra. No solo, no son fieles con sus palabras a los demás; sino también a ellos mismos. Terminan siendo presos de sus palabras. Las palabras deberían hacernos libres, y la única forma es, siendo fiel y con coherencia entre lo que decimos y hacemos. No existe valor más potente que ese.
Y como dice en una parte de una canción de Las Pastillas del Abuelo: “No hay arma más seductora que contestar siempre la verdad”. Creo que todos estamos de acuerdo con eso.
Y hay otro fragmento que dice: “Nunca más te vendo gato por liebre, por no ser cruel pierdo honestidad”.
Creemos que algunas verdades son crueles, y por eso a veces, nos creemos con el derecho de tergiversar nuestras palabras dándoles otro sentido que no es el autentico. Es mas doloroso una mentira, que una verdad.
Las palabras tienen mucho poder.
Deberíamos hacer uso consciente de las mismas. Tardamos segundos en decir palabras, pero mucho tiempo recordándolas lo que te dijeron alguna vez.
Lo cierto es que algunas palabras que nos dijeron son inolvidables, y después están las que te hieren hasta el alma cuando las recuerdas.
Las palabras tienen mucho poder en nuestro inconsciente, sirven para decretar y manifestar todo en nuestra vida. Por eso es que deberíamos ser más selectivos con lo que nos decimos a nosotros mismos y a los demás.
Me despido con una frase de Mafalda, Su autor, un gran ilustrador argentino Quino
Un abrazo, Marian.